Acabo de llegar de Islas Galápagos y estoy demasiado feliz.
Finalmente logré certificarme de buceo, después de casi dos años de haber empezado.
Siento que cada vez que viajo dejo pedacitos de mi corazón regados por ahí.
De seguro en un par de años, si sigo viajando, no voy a tener más pedazos para regalar.
Lo más raro de hacer estos paseos es que no tengo a quien contarle. No a mucha gente le interesa escuchar de los animales endémicos o de los problemas de sobrepesca o de mis experiencias cercanas a la muerte en las primeras inmersiones.
He llegado al punto de tener q